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La enseñanza se resiste al cambio

OPINIÓN: Se estima que en México hay más de 300 escuelas de arquitectura y muchas de ellas no tienen certificada la calidad de sus programas de estudios.
mié 10 diciembre 2014 12:17 PM
Columna Antonio Toca (NUEVO)
Columna Antonio Toca (NUEVO) - (Foto: Archivo Obras)

Sumida en una plácida somnolencia, adherida a dogmas y creencias anacrónicas, y con sistemas de enseñanza que refuerzan y reproducen el conservadurismo, la inmovilidad y los prejuicios, la actividad de la arquitectura se encuentra en serias dificultades y la más grave es la situación de la enseñanza. Aunque ésta no es una más de sus crisis recurrentes, es la prueba de un estancamiento que, de continuarse, implicará la eventual desaparición de una práctica que se resiste a cambiar.

Las evidencias de esta situación son muchas y variadas: se estima que en México hay más de 300 escuelas de arquitectura y muchas de ellas no tienen certificada la calidad de sus programas de estudios. El panorama es desalentador: hay miles de estudiantes a los que se engaña con una imagen y contenidos pedagógicos que no corresponden a la realidad, ni a las características de nuestro país; así como miles de desempleados que no encuentran trabajo por la inadecuada preparación que recibieron. Hay iniciativas para superar esta situación, pero han chocado ante la inercia o la irresponsabilidad de escuelas y profesores que sólo buscan seguir haciendo lo mismo. 

En octubre de 2012, Architectural Review publicó una serie de artículos que denuncian la situación de la enseñanza. Beatriz Colomina, de la Universidad de Princeton, señaló lo siguiente: "La pedagogía de la arquitectura está estancada, las escuelas funcionan como si pasara algo, pero muy poco sucede. Los maestros se
preocupan mucho sobre su situación dentro de las jerarquías institucionales. La estructura curricular no ha cambiado en las décadas recientes, a pesar de los grandes cambios que se han producido con el avance de la globalización, las nuevas tecnologías y la cultura de la información. Como las escuelas favorecen la profesionalización, ahora parecen ahogarse en una supervisión burocrática autoimpuesta, que sofoca cualquier posibilidad de que surjan prácticas innovadoras. Hay algunos intentos aquí y allá de avivar las cosas, pero al final todo es tímido. No hay innovación real." 

Kevin Rhowbotham hizo también una crítica sobre las escuelas inglesas, cuya situación no es diferente a la de muchas en México: "En grado creciente las escuelas de arquitectura no tienen dirección; permanecen mudas y, ante las enormes dificultades del contexto global, han escogido un formalismo encerrado y limitante, indescifrable para los no iniciados. Una postura aislada que coloca a la arquitectura como un juego poético de asuntos autoreferentes, que arriesga dejar fuera la vida real. Si la enseñanza no tiene productos sociales hay muy poco beneficio social. Desear un arte aislado, sin determinantes sociales, es desear el aislamiento y −en resumen− la extinción".

No deja de ser una paradoja que arquitectos que se consideran muy creativos sean, como profesores, tan conservadores y reacios a cualquier innovación. Sin embargo, el problema ya es nacional y necesita enfrentarse colectivamente, reconociéndolo, analizando las alternativas y aplicando los cambios necesarios para actualizar la enseñanza.

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*Arquitecto e investigador de temas de urbanismo.

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Arquitectura

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