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Santo Domingo, la ciudad donde inició la construcción de América

En la capital de República Dominicana se encuentran las edificaciones más antiguas de todo el continente. Aquí una breve muestra de la resistente arquitectura dominicana como la primera catedral del suelo americano: la Primada de las Indias.
vie 21 agosto 2015 12:55 PM
fundacion_de_santo_domingo_principal
fundacion_de_santo_domingo_principal - (Foto: Tomada de turimoenfotos.com)

Ya rebasan los 500 años y siguen en pie y funcionando. Son las primeras obras formales que los europeos realizaron en el llamado "Nuevo Mundo", aunque se sabe de vestigios vikingos que les anteceden y que suscitan especulaciones diversas en torno a su origen y verdadera antigüedad.

Donde no hay duda alguna es en Santo Domingo de Guzmán, en la isla de La Española (compartida por República Dominicana y Haití), como le llamaron los navegantes. Fundada como Nueva Isabela por Bartolomé Colón, hermano de Cristóbal, la capital caribeña existe desde el 5 de agosto de 1496 y es la única en el continente que se remonta al siglo XV.

Destruida por un huracán, el gobernador fray Nicolás de Ovando la reposicionó en el margen occidental del río Ozama en 1502 y le cambió el nombre por Santo Domingo. En ella, la localidad activa más añeja de América, se localizan los siguientes magníficos ejemplos, una breve muestra de la resistente arquitectura dominicana.

El primer templo

La fe religiosa española debía declarar que había llegado al Nuevo Mundo y para demostrarlo, nada mejor que fundar un templo.

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En Santo Domingo, la primera construcción destinada a ese fin fue emplazada en 1502 ocupando madera y paja como sus materiales básicos. Aun así de precaria, recibió la consagración papal dos años más tarde, cuando el trono de San Pedro lo ocupaba Julio III. Al poco tiempo, de acuerdo con el sitio dominicanaonline.org, "según órdenes del obispo fray García Padilla, el templo fue sometido a arreglos, los cuales estuvieron bajo la dirección de Luis de Moya".

Catedral Metropolitana de Santa María de la Encarnación, portada principal. FOTO: Tomada de rdenfotos.blogspot.com

En 1523 se dio inicio en el mismo lugar a la obra de una catedral hecha y derecha (levantada en piedra) que comisionó el obispo de la ciudad, Alejandro Geraldini, al arquitecto Alonso González, quien tomó por modelo fundamental a la Catedral de Sevilla, aunque su altura y dimensiones en general son radicalmente más modestas.

Por ser la primera en suelo americano (la segunda es San Ildefonso, en Mérida, Yucatán), se le concedió en 1540 la designación papal de Catedral Metropolitana y Primada de las Indias, o por su nombre de consagración: Santa María de la Encarnación o, más recientemente, Santa María la Menor.

Hacia 1537, la portada principal ya había cobrado su aspecto definitivo. Aunque no posee torres como tales, se alzan dos pilastras altas que flanquean a su única entrada frontal, una puerta doble dividida por una esbelta columna corintia rematada por arcos y coronada por un frontón, elemento rarísimo en los templos católicos españoles.

Otra particularidad es la presencia de ciertos ornamentos paganos en su frontispicio, como bestias fantásticas talladas en piedra y una muy evidente águila bicéfala coronada, escudo de armas del rey Carlos I de España y V de Alemania, agregada antes de 1556.

Su atrio está rodeado por una sencilla barda, típica de las primeras obras religiosas, y muy parecida a la Ermita del Rosario en La Antigua, Veracruz, y exhibe un busto de San Juan Pablo II, quien siendo Papa visitó tres veces República Dominicana. Su campanario, apenas más bajo que el cuerpo principal, se encuentra separado y adelantado a la fachada, acomodo muy poco usual en una iglesia mayor.

Dentro de las naves, pueden observarse las bóvedas de crucería que techan los espacios principales. El trabajo es muy fino y estructuralmente intrincado y ha sabido resistir el clima marino y la vulnerabilidad de la isla a las temporadas de huracanes que se forman en el Océano Atlántico. Hoy, la Catedral Primada permanece en funciones y se acerca al medio milenio de servicio.

Una Fortaleza de cinco siglos

Irguiéndose como inmutable vigilante, la Fortaleza de Santo Domingo, Fortaleza Ozama o Castillo de la Fuerza, ha visto pasar ya cinco siglos. El propio Nicolás de Ovando fue quien promovió su construcción que comenzó también en 1502. La parte más antigua de la fortificación es la Torre del Homenaje, que ya cuenta con 512 años de edad.

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Junto a éste sería consolidado el Fuerte de Santiago, que hacia mediados del siglo XVI se colocó como la parte exterior del cinturón defensivo con sus robustas piedras encargadas de resistir los embates de los piratas que asolaban a los recién conquistados dominios españoles.

Fortaleza Ozama, Torre del Homenaje. FOTO: Tomada de CUNY Dominican Studies Institute/Flickr

Colocada la fortaleza frente al río Ozama, proporcionaba dominio visual de este afluente y del Mar Caribe para controlar la llegada furtiva de navíos extranjeros y cuidar el comercio autorizado.

El conjunto se encuentra en un gran predio rodeado por altas murallas en cuya parte central y más cercana al río se hallan sus componentes más icónicos. El aspecto medieval de estos recuerda los castillos europeos con su torre y paramentos almenados y casi totalmente sólidas a no ser por pequeñas troneras en sus paramentos pétreos que confirman que alguna vez tuvo un fin militar.

De acuerdo con el sitio fortalezas.org, fue el ingeniero Juan Bautista Antonelli quien pudo finalizar sus murallas en el siglo XVII. Ozama es célebre por haber resistido algunos ataques de bucaneros ingleses como el de 1655.

Completan el complejo, el polvorín de Santa Bárbara, un cuadrilátero con muros de hasta tres metros de espesor, y la Puerta de Carlos III, que fue levantada en 1787.

Aunque gran parte de su costado sur perdió sus muros exteriores originales, ya en el siglo XX se adaptaron y reconstruyeron con concreto armado para soportar artillería moderna, señala el arquitecto e ingeniero investigador brasileño Roberto Tonera.

En su gran explanada se alza una estatua de Fernando González de Oviedo (foto de portada este artículo) quien fue gobernador de Cartagena, cronista de Indias, y gobernador general o alcaide de la fortaleza de Santo Domingo, así como regidor perpetuo de la ciudad. Este emplazamiento arquitectónico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Cuna de la burocracia

Sí; como era de esperarse, las primeras oficinas —al estilo europeo— también aparecieron aquí. Para los españoles, era indispensable asentar la administración de la isla. También tocó al atareado Ovando proponer un edificio que concentrara a las primeras instituciones americanas.

Iniciado hacia 1508 se le denominó Casas Reales y, como señala el sitio dominicanaonline.com, agruparía a la "Real Audiencia, la Contaduría General y el Palacio de los Gobernadores y Capitanes Generales. Otros documentos sugieren también el uso de la Casa de Contratación y Casa de Fundación". En contraste con su austera apariencia exterior, los interiores muestran hermosos techos artesonados, bellos pisos y una variedad de objetos de interés artístico e histórico sobresaliente.

 Museo de las Casas Reales, fachada principal. FOTO: Tomada de virtualtourist.com

En cuanto a su arquitectura, el sitio absolutrepublicadominicana.com indica que “el estilo es una mezcla de lo gótico isabelino con el plateresco renacentista.” Ocupa una manzana entera y posee dos patios interiores que articulan las estancias que se distribuyen en dos niveles.

Desde 1973 fue convertido en el Museo de las Casas Reales y, en forma muy congruente, recoge la historia tanto del descubrimiento de América como de la conquista y la evangelización de la época colonial. En sus diferentes salas pueden verse y recorrerse los espacios originales que ocupaban el gobernador y las diferentes dependencias, respetando los elementos constructivos tradicionales, a la vez que apreciarse colecciones que abarcan arte y objetos de época, incluidos valiosos documentos. Desde 1990 recibió la declaratoria como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

La casa del hijo del descubridor de América

El Alcázar de Colón, también conocido como Palacio Virreinal, fue la residencia del hijo mayor de Cristóbal Colón, Diego, así como de sus descendientes. Éste, en calidad de gobernador, mandó a erigir su mansión en un estilo mudéjar con rasgos renacentistas y cuyo material base son rocas coralinas, de origen marino. Contaba en su momento de gloria con más de 50 habitaciones y allí vivieron tres generaciones de la familia.

FOTO: Tomada de clinicasocias.com

El lugar es especialmente significativo, ya que se trata de la única propiedad vinculada a la familia del navegante y descubridor del Nuevo Mundo. En 1586, el pirata inglés Sir Francis Drake invadió la isla y saqueó el Alcázar, perdiéndose inestimables posesiones.

Eventualmente, la casa de los Colón fue abandonada y ya en el siglo XVIII se encontraba en un estado ruinoso y se pensó incluso en emplearla como cárcel. Su deterioro prosiguió al grado que casi se pierde por entero, hasta que lo que quedaba en pie fue protegido en el último cuarto del siglo XIX como Monumento Nacional.

Aún pasaron décadas para que la propiedad, "luego de una reconstrucción realizada por el arquitecto español José Barroso", se convirtiera en 1957 en el Museo Alcázar de Colón, señala el Ministerio de Educación de Santo Domingo, a través de su portal oficial. Son muy representativas las arcadas dobles que dan su personalidad inequívoca a las fachadas este y oeste.

Dentro de su oferta museística, reseña el Ministerio, "la colección del Alcázar está constituida por más de 800 piezas originales de los siglos XIII al XX, todas relacionadas con los diferentes ambientes de una residencia virreinal. Entre esta se destacan los tapices, los armarios, bargueños, la colección de instrumentos musicales y las pinturas, entre las que sobresalen dos Alberto Duero y tres Rafael Pellicer".

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