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Las eternas obras de ampliación de la Gran Mezquita de La Meca

El principal templo del islam ha estado bajo intervención desde hace décadas debido a cada nuevo proyecto que implementa cada nuevo rey saudí. Con varios argumentos, algunos critican los trabajos, pero otros los apoyan.
lun 14 septiembre 2015 01:56 PM
La Meca Gran Mezquita
La Meca Gran Mezquita - (Foto: Tomada de Flickr/fjlgoenaga)

La caída de una grúa el viernes 11 de septiembre en la Gran Mezquita de la Meca, que dejó un saldo de 107 muertos, pone en evidencia los riesgos de una constante expansión del principal lugar santo del islam, que atrae a millones de fieles.

La Gran Mezquita está en obras desde hace décadas porque cada nuevo rey saudí quiera dejar su marca en el lugar más sagrado del islam, con obras de ampliación cada vez más gigantescas.

Las obras actuales, lanzadas hace cuatro años por el difunto rey Abdalá, tienen el objetivo de ampliar la superficie de la Gran Mezquita en 400,000 m2 -el equivalente de 50 campos de fútbol- para que pueda albergar hasta 2.2 millones de peregrinos.

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Este proyecto seguirá adelante a pesar del accidente, que también dejó más de 200 heridos a pocos días del Hajj, la peregrinación anual a La Meca, un periodo de gran afluencia y que se tiene previsto del 21 o el 22 de septiembre.

El domingo pasado el gobernador de La Meca, el príncipe Jaled al Faisal, presentó al ministro del Interior, el príncipe Mohamed ben Nayef, los resultados de la investigación ordenada por el rey Salmán.

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La agencia de prensa oficial SPA no indicó el contenido del informe, pero según los testigos en el momento del accidente había un fuerte viento en la zona.

En todo caso las obras seguirán en esta amplia zona rodeada de grúas. Las autoridades no quieren interrumpir el ritual del Hajj ni el del Umrah, la llamada pequeña peregrinación que tiene lugar todo el año.

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Aunque las autoridades consideran estas obras necesarias frente al aumento continuo del número peregrinos, algunos critican la transformación de este lugar santo en un 'Manhattan' saudí.

"La Meca no es un lugar ordinario", asegura Irfan al Alawi, uno de los impulsores de la Fundación para la Investigación del Patrimonio, con sede en La Meca, y considera que las autoridades no han tomado en cuenta el peligro que representan las grúas.

"No se preocupan del patrimonio y no les importa la salud y de la seguridad", asegura.

Por su parte un ingeniero que trabaja en las obras de ampliación que no quiso identificarse rechaza las acusaciones de negligencia. Asegura que la grúa se instaló "de manera profesional" hace tres o cuatro años y que el accidente fue provocado "por la voluntad de Dios".

Reloj gigante

La obra más impresionante del desarrollo actual de La Meca es un reloj gigante con cuatro esferas de 46 metros de diámetro cada una, fabricadas con materiales de alta tecnología y cubiertas de oro.

La torre donde está situado el reloj mide 601 metros, lo que la convierte en el tercer edificio más alto del mundo y está rodeada de otras seis torres que tienen, entre otros, un hotel de lujo y un gran centro comercial.

Según Alawi, los peregrinos tienen que sufrir un bombardeo continuo de publicidad y de luz que atenta a su tranquilidad, con lo que La Meca está "perdiendo su espiritualidad". "Este tipo de ambiente no existe alrededor del Vaticano, ¿por qué aquí sí?", se pregunta.

Pero Charif al Harthi, uno de los responsables de la cámara de comercio de La Meca, defiende la torre del reloj, "un punto para orientarse en La Meca y en todo el reino".

Otro responsable de la ciudad, Fahd al Harbi, considera que el principal objetivo de la transformación de La Meca, como la creación de nuevos sistemas de transporte, es "facilitar la estancia de los visitantes".

Abdalá Hasan, un sudanés que llevaba 10 años sin venir a La Meca, ve positivos los cambios porque permiten según a los peregrinos llevar a cabo sus ritos de manera "confortable".

El accidente de la grúa es el primero desde 2006, cuando 364 peregrinos murieron en una avalancha humana. El accidente más grave hasta ahora tuvo lugar en julio de 1990, cuando 1,426 peregrinos murieron, en su mayoría ahogados, por un movimiento de masas en un túnel mal ventilado.

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Obras

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