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Sustentabilidad maquillada

OPINIÓN: La Hipoteca Verde no evidencia que los interiores de las viviendas sean confortables todo el año o que el fraccionamiento tenga un menor impacto ambiental.
mié 17 agosto 2016 09:55 AM
Andamiaje
Andamiaje - (Foto: Especial)

Nota del editor: Esta columna se publicó originalmente en la  edición 522 de la revista Obras , 'Agua: sabotaje político', correspondiente a junio de 2016.

(Ciudad de México) – Hace casi 30 años participé en un seminario internacional de ecotecnologías aplicables a la vivienda, en Mexicali, B.C., una de las ciudades del país con las temperaturas más altas, por lo que la necesidad de encontrar soluciones arquitectónicas y constructivas que abatieran las temperaturas dentro de las viviendas de forma económica era la premisa.

Conocí soluciones experimentales de varios países de América Latina, la mayoría de carácter académico y con poca evidencia de utilización masiva. Las propuestas del primer mundo no eran aplicables porque nuestros climas son generalmente cálidos durante la mayor parte del año.

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Los prototipos se inspiraban en la época colonial o en la arquitectura vernácula; se retomaba el sombreado, los vientos cruzados, los mayores espesores de muros, la humidificación o el uso de materiales regionales y orgánicos.

La búsqueda de nuevos materiales que económicamente sustituyeran las soluciones de antaño nos ha llevado a innumerables pruebas para demostrar que ciertos diseños o productos eran mejores que los tradicionales, como la construcción de dos cuartos, uno con tabiques o tabicones y losa maciza de concreto, y el otro con algún bloque 'aislante', comparando las temperaturas interiores y exteriores. Parecían viables, pero desafortunadamente eran experimentos poco convencionales, sin seguimiento estadístico o para una pequeña variedad climática.

En el sexenio pasado, el Infonavit lanzó la Hipoteca Verde para mejorar la economía de sus derechohabientes, la cual impulsaba la incorporación de ecotecnologías en las viviendas para obtener ahorro de energía o de agua, sin considerar el bienestar interno.

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Propició la elaboración de algunas normas aplicables a productos para demostrar el ahorro y la eficiencia o, incluso, para determinar la conductividad térmica de materiales o la resistencia térmica de sistemas para muro o techos y, con ello, mejorar la envolvente de edificios a fin de consumir menos energía en su enfriamiento.

Desde entonces, los proveedores se involucraron positivamente en la certificación de las bondades de sus productos o componentes relacionadas con la sustentabilidad. Por cierto, esta administración ha seguido esa inercia pero sin aportaciones trascendentes.

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Ahora, un conjunto habitacional es sustentable porque tiene viviendas con focos ahorradores, muebles o dispositivos hidráulicos que captan o consumen menos agua, calentadores solares de agua y supuestos ahorradores de energía eléctrica.

Pero la realidad es que no evidencian que sus espacios interiores sean confortables todo el año o que el desarrollo tenga un menor impacto ambiental, por ejemplo, por la utilización de productos con una menor huella de carbono o por contar con mayores superficies verdes.

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Consolidemos la voluntad decidida de diseñadores, constructores, organismos institucionales de vivienda y autoridades para alcanzar la sustentabilidad en su más amplia acepción.

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* Arquitecto, perito, DRO, consultor en normas, regulaciones y capacitación para la construcción. Director de CORPICO.

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Arquitectura

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