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El Blanquita, la historia del teatro que hoy vive... ¿el ocaso?

Este recinto miró de frente a la sociedad cambiante y ofreció diversión a la ciudad en expansión por más de medio siglo. Ahora ha sido cerrado y se ve amenazado por la especulación inmobiliaria.
mié 11 noviembre 2015 09:36 AM
blanquita 2
blanquita 2 - (Foto: Tomada de https://www.facebook.com/teatroblanquita)

A inicios de noviembre las operadoras Showtime y Generamusic dejaron de operar el Teatro Blanquita, por lo que sus puertas cerraron. Su futuro es incierto y se ha especulado incluso con la posibilidad de que el inmueble sea demolido.

Ésta no es la primera vez que la zona que ocupa ese recinto enfrenta una situación así. Desentrañando la historia del predio, llama la atención que los locales de variedad y espectáculos que antes alojó, tuvieron ese destino: la demolición.

Viejos y entretenidos fantasmas

Por allá en 1891, sobre la antigua avenida San Juan de Letrán, se había construido el Gran Circo-Teatro Orrin, un edificio muy amplio con toda la carga arquitectónica del siglo XIX y que ofrecía dos generosos niveles con una torrecilla característica y una alta carpa al centro con graderío circular.

El propietario era el empresario circense Edward Walter Orrin, un inglés que junto con su familia se dedicaba a esta especialidad. El espectáculo, compuesto por diferentes actos, salía de gira por la República anualmente, de tal forma que se volvió sumamente famoso en muchos estados del sur, centro y norte.

De acuerdo con información de México Desconocido, uno de los personajes que figuraban en el teatro era el payaso británico Richard Bell, tan querido que el poeta Juan de Dios Peza llegó a decir que era 'más popular que el pulque'.

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El querido Bell era ya el dueño del coso desde 1907, pero se exilió con su familia a Estados Unidos cuatro años después por la inestabilidad del país.

Antes, en 1910, la desaparición prematura del circo no obedeció a la Revolución ni a un tema de envejecimiento.

Cita el libro El circo y el cinematógrafo: Anales del Cine en México de Juan Felipe Leal y Eduardo Barraza, que «por haberse cumplido el contrato que el Ayuntamiento de México tiene celebrado con la empresa Orrin Hnos., para el arrendamiento del terreno que en la plazuela de Villamil ocupa el Circo-Teatro Orrin, va a procederse a la demolición de éste en un plazo perentorio».

Tras retirar el entrañable escenario, el sitio se convirtió en un parque. Mientras, menciona el mismo libro, parte de la estructura recuperada del edificio terminó en Tampico, Tamaulipas, donde ya rearmado operó como cine.

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Tiempos nuevos

Aun con los cambios en el lenguaje y tono de las presentaciones, el público siguió buscando teatro de revista y variedad. La modalidad de carpas había aparecido en el México postrevolucionario como una alternativa barata e itinerante de entretenimiento para diferentes edades, pero en especial para adultos.

La idea era muy básica: tiendas amplias montadas al estilo circense en sitios abiertos, un escenario modesto, camerinos precarios, sillas de madera y, sobre todo, localidades que la clase obrera podía pagar.

 

Carpas de 'barriada' como La Berumen, La Variedades, el Salón Elena, el Salón Amaro, el Bombay y muchos más, se encontraban por la ciudad. FOTO: Tomada de Photobucket Zoltan Pickman.

Aunque se presentaban desde música y magia hasta teatro, allí se hicieron famosos los cómicos que después se darían a conocer en el cine de las décadas de 1930 y 1940, como Cantinflas, Tin Tan, Palillo, Clavillazo, Vitola y otros muy relevantes en el olimpo de astros nacionales.

También estas envolventes evolucionaron y se volvieron poco a poco semifijas y luego se configuraron como teatros, ya sea rentando o construyendo en determinados enclaves. En este contexto, la muy joven y visionaria corista Margarita Su López (Margo Su), emprendió su propio negocio justo donde alguna vez estuvo el Circo Orrin, en San Juan de Letrán, hoy Eje Central.

La Carpa Margo, ya constituida formalmente como teatro, desaparecería en 1958 en el mismo terreno donde se alzaría el Blanquita. FOTO: Tomada de Fidelseyeglasess.blogspot.com.

En su texto Alta frivolidad narraba: "Con los 10,000 pesos, abriremos otra carpa en un terreno buenísimo que Félix descubrió en Aquiles Serdán [antes Villamil]. Si Tío Rico lo adquiere, poco a poco construiremos un teatro de verdad, con telar y todo. Mientras, se consigue una carpa grande, ochocientos de cupo y se llamará Margo".

Fundada junto a su esposo, Félix Cervantes, su idea fue establecida hacia 1949, en la etapa final de la historia de las carpas y al menos tuvo lugar para 1,300 asistentes.

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Debuta el Blanquita

La Carpa Margo luego se edificó en forma más permanente y se renombró teatro con una luminosa marquesina, pero para 1958 se ordenó su demolición a través del regente capitalino Ernesto Uruchurtu, "por supuestamente no cumplir con las medidas de seguridad requeridas", indica la investigación de Carlos J. Cortés en yoinfluyo.com.

En ese mismo sitio, Su y Cervantes decidirían levantar un nuevo recinto más seguro y definitivo al que le pondrían el nombre de su hija, Blanca Eva Cervantes Blanquita, de acuerdo con la ficha del Sistema de Información Cultural de Conaculta.

El Blanquita fue inaugurado el 27 de agosto de 1960 con casi 2,000 butacas, época en que, como dijo la propia Su: "nos estábamos empezando a volver urbanos".

Tomada de facebook.com/teatroblanquita

Según sic.conaculta.gob.mx, su escenario es tipo italiano con una boca escena de 17 metros de ancho por 8 metros de alto, medidas suficientes para una diversidad de presentaciones artísticas.

Entre muchos otros, Pérez Prado (El rey del mambo), el trío Los Diamantes (entre otros exponentes de los boleros románticos), y luego Marco Antonio Muñiz, Toña La Negra, Lucha Villa, la Sonora Santanera, la India María y hasta Vicente Fernández conformaron la cartelera de este teatro.

Un interesante oasis

Ocupando la esquina de Mina y Lázaro Cárdenas, tres cuadras al norte del Palacio de Bellas Artes, el Blanquita muestra su marquesina tradicional con letras rojas hacia la explanada y el jardín Villamil —que cambió su nombre a Aquiles Serdán— que aún conserva bancas, árboles y palmeras en un remetimiento poco usual en las propiedades aledañas a la avenida principal.

Un callejón vehicular paralelo al Eje, comunica al estacionamiento de empleados al que se accede por Pensador Mexicano, límite de la plaza. Por el lado de Mina, una serie de accesos operativos y garajes producen una fachada fabril casi ciega. Los vecinos inmediatos son los de siempre y no han recibido modificaciones en décadas: la Academia de Belleza del Centro y una vecindad con comercios.

Como tal, el edificio del teatro es muy convencional: una nave rectangular de mampostería y refuerzos de concreto armado, con tres niveles. El torreón de la tramoya (seis pisos de altura) colocado en el último tercio al fondo, destaca con su techo a dos aguas paralelo al acceso principal. Remodelado y reinaugurado en 1999, el inmueble modernizó gran parte de su aspecto y servicios con los que ha funcionado hasta ahora.

 

Parada obligada es la estatua de María Victoria que ya cumplió 13 años, aquí aún con su placa. FOTO: Tomada de Panoramio/Tony Castillo.

Dos estatuas se disputan la popularidad de la explanada frente al Blanquita: la del propio Aquiles Serdán con fusil en mano —reubicado a unos metros de su posición original— y la de María Victoria, destacando esta última en plenitud en su típico vestido entallado y en un entorno más limpio que el del caudillo poblano, donde es común encontrar basura.

La estatua de la actriz y cantante de 82 años, quien debutó aquí, fue develada exactamente frente al acceso en noviembre de 2002. Obra de Valerio Ponzanelli, llevaba una placa que consignaba el homenaje de la ciudad, pero que hoy ha sido robada.

Margo Su administró al Blanquita en dos etapas: de 1968 a 1981 y de 1989 a 1991, dice su biografía en escritores.cinemexicano.unam.mx.

La actriz, bailarina, periodista (cofundadora de La Jornada), perteneciente a una élite intelectual que agrupaba a personajes como Carlos Monsiváis, Gabriel García Márquez, Héctor Aguilar Camín y Miguel Ángel Granados Chapa, nació en la Ciudad de México en 1930 y falleció en Portland, EEUU, en 1993.

Sombras del pasado y un incierto futuro

Si al Orrin —luego llamado Circo Bell por breve tiempo— le llegó su hora por el vencimiento de un contrato, parece que un misterioso encore, una repetición de sucesos, están reservados para el Blanquita.

Esta vez, la falta de rentabilidad y las entradas cada vez más escasas se ha dicho que son causantes del cese de operaciones. Entre la función inaugural que encabezó Libertad Lamarque y el concierto de Las Víctimas del Doctor Cerebro, el pasado 30 de octubre, hay 55 años de legendarias puestas en escena.


Tomada de facebook.com/teatroblanquita.

Rumores no confirmados apuntan a que Carlos Slim adquirió el Blanquita y que lo convertirá en un centro comercial, aunque diversas fuentes hablan de que será únicamente estacionamiento, lo que resulta poco atractivo al considerar la plusvalía del predio.

En el portal de Ticketmaster se han cancelado ya los eventos de los días 13 al 15 de noviembre, pero aún están abiertos los del 20 y 21.

Ante el fatídico aviso, varios actores han pronunciado su desencanto. Entre otros, la también diputada plurinominal Carmen Salinas hizo ante medios un llamado "al presidente Enrique Peña Nieto y al jefe de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, a impedir demolición del Teatro Blanquita…".

La propia María Victoria ha declarado:  "Me duele mucho, fue una casa que construimos porque fueron ladrillos que todos los que ahí nos presentamos pusimos para crear su historia". De confirmarse, la zona estaría enfrentando la tercera demolición en un lapso de 105 años.

Al parecer todavía dueño, Joaquín Fernández Urquidi, y la misma Blanquita Cervantes, hija de los fundadores, podrían tener la última palabra sobre el futuro de este referente de la capital.

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